domingo, 6 de octubre de 2013

Los Soldados de Terracota

A unos 30 km al este de la antigua capital imperial de Xian, en el frondoso Valle de Liaoning, se encuentra el impresionante complejo funerario de Qin Shi Huang (260-210 a.C.), primero en abandonar el titulo de rey y asumir el de emperador de la primera dinastía Qin.

La leyenda del tesoro del mausoleo de Qin Shi Huang

En una especie de colina que emerge de la llanura, sepultado bajo toneladas de piedra y tierra descansa el gran emperador. Pero su tumba todavía no ha sido excavada, si bien conocemos la descripción de su interior gracias a los relatos del historiador imperial Han Si Maqian. De hecho el túmulo funerario consiste en una enorme pirámide que encierra una sorprendente ciudad interior que pretende reproducir a la propia capital imperial. Alrededor de las bases del túmulo podemos encontrar decenas de fosas y tres de ellas son las que se pueden visitar.
El poderoso ejército del rey del estado de Shaanxi, consiguió dominar al resto de estados vecinos. Qin Shi Huang, bárbaro de sangre, unificó el país y le dió su nombre, fundó el sistema imperial, centralizó el país (moneda, escritura y caminos), creó el servicio militar obligatorio y un sistema burocrático funcionarial, derribó murallas entre los estados feudales pero potenció la construcción de la Gran Muralla para defenderse de los nómadas del norte. Pero esa concentración de poder ilimitado, lo convirtió en un terrible tirano, llegando a quemar vivos a filósofos, sabios y críticos de su gobierno. Murió en el 210 a.C. pero el mausoleo que vamos a visitar aún está inacabado.
Qin estaba obsesionado con la muerte e hizo construir un descomunal mausoleo funerario con una extensión subterránea de 56 km2, custodiado por un ejército de 8.000 soldados de Terracota a escala humana, cada uno diferente al otro, en formación y cuya función se cree que era la de escoltar su tumba en su viaje al otro mundo. En 1974, unos campesinos que buscaban agua para sus regadíos descubren fragmentos de una figura de terracota que semeja a un guerrero antiguo. Poco tiempo después este hallazgo condujo a uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes del siglo XX: "Los guerreros de Xian". 
Desde una inmensa Plaza Central se accede a los tres pabellones visitables. Empezamos con el numero 3, el más pequeño, fue el cuartel de mando y nos encontramos ante dos impresionantes carros de bronce, a la mitad del tamaño real, pintados y con incrustaciones de plata y oro. Cada uno de estos carros está formado por más de 3.000 piezas. Los cuatro caballos de cada carro están guiados por un conductor imperial. 
A continuación pasamos al más grande de todos, el Pabellón número 1 y sólo entrar nos quedamos totalmente extasiados ante lo que presencian nuestros ojos: una réplica a tamaño real, de un ejército chino de más de 2.000 años de antigüedad.
Miles de soldados de terracota, infantería ligera, ballesteros, lanceros, infantería pesada, plantados en formación, se presentan ante nosotros. Dispuestos en varias fosas paralelas y en origen cubiertas con techo de madera, transmiten un extremado realismo.
Son piezas únicas, ningún rostro es igual a otro, con increíble detalle de las facciones en las que podemos identificar distintas etnias. Se incluyen las armas que utilizaban: escudos, corazas y lanzas así como los carros de combate tirados por caballos.
Todas las piezas estuvieron delicadamente pintadas con vivos colores, pero el color se pierde por oxidación apenas a las cinco horas de exposición al aire. Por ello el ritmo de excavación se ha pospuesto, esperando descubrir la tecnología que permita mantener los colores originales.



Por último accedemos al Pabellón número 2, mucho menos espectacular, aunque encontramos una especie de fortaleza interior con menos soldados, aunque los caballos son aquí más espectaculares. Lo mejor son las 4 figuras mostradas en las vitrinas de un museo adjunto dentro del propio pabellón.

      
Este conjunto arqueológico todavía sigue conteniendo enigmas ya que hasta la fecha no se ha llegado a entrar en la enigmática tumba del emperador Qin. Hoy ya sabemos, que el mausoleo tiene forma de pirámide truncada de 3 pisos y 76 m de altura. En las inmediaciones se han encontrado concentraciones muy altas de mercurio, lo que confirmaría uno de los mitos más conocidos de éste lugar como es la existencia de ríos subterráneos de mercurio.

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